Te cuento…
Esta semana pasada ha sido abrumadora.
Y no he tenido tiempo para pensar que quería contarte hoy.
Estuve pensando si hablarte de esto o de lo otro.
Intenté inventarme algo que enganche.
Incluso le pedí ayuda a Chatgpt y a Gemini.
¡Qué desesperación!
Me di cuenta de la presión que sentimos actualmente para crear contenido, crear materiales, hacer cosas, compartir nuestras opiniones y estar siempre "conectados".
Vivir en un mundo que nos bombardea constantemente con información y nos exige estar siempre activos y productivos, ayuda a que nos olvidemos del valor del silencio.
Pero, ¿qué pasa si simplemente no tenemos nada que decir?
¿Qué pasa si no quieres hacer absolutamente nada?
¿Qué pasa si necesitas un respiro?
Lo llevo diciendo mucho, vivimos en una tiranía de la hiperproductividad
Vivimos en una cultura que glorifica el ajetreo y el logro constante.
Sentimos que debemos estar siempre haciendo algo, creando algo, compartiendo algo.
Pero esta mentalidad puede ser agotadora y contraproducente, y a veces, la mejor manera de ser productivo es... no hacer nada.
El silencio no es vacío, es espacio.
Un espacio para respirar, reflexionar y reconectar contigo mismo.
A veces, en la pausa, encontramos las respuestas que tanto buscamos. En la quietud, nos damos permiso para sentir, sin la urgencia de traducirlo todo en palabras.
A veces, la mejor manera de comunicarnos es... no decir nada. Un silencio compartido puede ser más elocuente que mil palabras.
¿Te cuento mis estrategias para encontrar el silencio entre tanto ruido que hay en mi cabeza?
Encuentra momentos de silencio en tu día a día. Meditar, salir a caminar o correr en la naturaleza o simplemente sentarme en silencio y observar cómo estoy.
Aprende a desconectar de las redes sociales y del flujo constante de información. Yo he establecido el límite de 1 hora y media para ver redes sociales al día. Invertía una media de 5 horas y media ¡Qué locura! Ahora trato de dedicar tiempo a actividades que me conecten con el presente: jugar al pádel, correr, leer, estudiar inglés, salir a caminar o tomarme un match latte en una terraza viendo a la gente pasar.
Permítete disfrutar de momentos de ocio y relajación. Ir a un concierto, escuchar mi música favorita, cocinarme el día antes para comer mejor, ver una película inspiradora o simplemente descansar y recargar energías.
En un mundo que nos impulsa a la acción constante, la pausa se convierte en un acto de rebeldía. Permítete detenerte, respirar y reconectar contigo mismo.
La pausa no es procrastinación, sino una inversión en tu bienestar y tu creatividad. Al permitirte descansar, te das la oportunidad de volver con más energía y claridad.
Recuerda que no tienes que estar siempre "encendido". Está bien tomarse un respiro, disfrutar del silencio y permitirse no tener nada que decir.
A veces, la mejor manera de ser creativo y productivo es... simplemente ser.
Y en ello estamos…
Estoy completamente de acuerdo, Tania. Parece que hoy en día es imprescindible estar siempre presente en las redes sociales y aportar algo nuevo para ser valorado. Si no estás conectado a ellas, eres considerado un bicho raro. Tu frase "El silencio no es vacío, es espacio" me parece perfecta para enfatizar la urgente necesidad de tener momentos para nosotros mismos, donde podamos realizar actividades que nos permitan estar en paz emocionalmente. Como padre y maestro, considero que este es uno de los mayores retos que enfrentan las generaciones venideras.